domingo, 24 de abril de 2011

James Joyce en Ulises

James Joyce en Ulises
¿No es el mar una inmensa dulce madre?
Ojos inquietos azulhumo.
Gritos juveniles de voces adineradas.
Silencioso de temor y pesar me acerque a su cabecera.
No pidas más de mí, colibrí. Todo lo que tengo te di.
Otra victoria como ésa y estamos perdidos.
Contempló al rezagado que aligeraba hacia el reducido campo donde voces agudas se enfrentaban. Los dividieron en equipos y se vino pisando matas de hierba con pies abotinados.
Usted no sabe aún lo que es el dinero. Dinero es poder.
Levantó el dedo índice y golpeó al aire como los viejos antes de que su voz hablara.
Para aprender hay que ser humilde.
Cuando uno lee estas extrañas páginas de alguien que ha desaparecido hace tiempo uno siente que uno está con uno junto a otro que una vez…
Di sólo con tono de lo más natural: cuando estaba en París.

sábado, 16 de abril de 2011

La Fontaine en Fábulas Libertinas

La Fontaine Fábulas Libertinas Ya entrado en años, con moza joven casó. Y al par que esposa, tomó alarmas y desengaños. Cosa que siempre se vio. Isabel es la doncella. Fue de raza ardiente, bella. Y apta a la amorosa lucha. Sabéis vender y engañar con talento singular. Sois en el comercio viejo. Más no sabéis, buen Simplón, lo que vale la ocasión. Era Ana una doncella muy lozana, que todos en su pueblo veían con gozo. Sólo los padres, por manías de viejos, de otro hablaban, enjuto y pelilargo. Es forzoso que todo salga bien al que es dichoso. La aurora con su dedo de rosa, diligente, descorrió las cortinas del Oriente. Muchos son causa de su mismo daño. Talvez mentía, pues casi siempre el hombre miente en esta materia. Es un martirio el no poder decir lo que se siente. Para abrir el arcón de los doblones o de los corazones, sirve la misma llave. Y el astuto Cupido bien lo sabe. Forzoso me es partir, pues que no es vida lejos vivir de la mujer querida. Estando el alma de delicia llena, no es posible ocultar en la penumbra, de la felicidad la luz serena.

sábado, 9 de abril de 2011

Giovanni Boccaccio en El Decamerón

Giovanni Boccaccio El Decamerón No hay ningún maestro, de Dios para abajo, que haga todas las cosas bien y cumplidamente… Sentadas y ociosas, y queriendo y queriendo y no queriendo en un punto, revuelven en sus cabezas diversos pensamientos que no es posible que todos sean alegres. Florencia, nobilísima entre todas las otras ciudades de Italia. A nadie ofende quien honestamente hace uso de su derecho. Creemos que nuestra vida está atada con cadenas más fuertes a nuestro cuerpo que la de los otros. Las cosas que no tienen orden no pueden durar largamente. Hablando de cosas agradables. Por decir la verdad ni en la confesión ni en otro caso nunca se ha pecado. El Espíritu Santo pone las palabras en la lengua del hombre simple. Rápidamente imaginó muchas cosas buscando hallar alguna que le fuera salutífera. El pecado tapado está medio perdonado. San Juan Crisóstomo apellidado con la palabra griega que significa “boca de oro” a causa de su elocuencia. No solamente para honrar a otro tenía la bolsa cerrada, sino en las cosas necesarias a su propia persona. Las cosas buenas siempre pueden servir de algo. En las claras noches son las estrellas adorno del cielo. Por su cortesía más que por mi virtud. El bien que satisface el intelecto es, sin duda, Dios. La mujer, al reflejar su belleza, ve en ella a Dios. Y al mirarle cada vez más fijamente se siente más atraída por Él y se abandona a Él gustando parte de la felicidad prometida y esperando felicidad mayor cuando esté más cerca de aquel bien en el cielo. Tanto gozo espero a mi llegada junto a él, que jamás ha sentido aquí nadie tal ternura. A los tres malhechores, al día siguiente los llevaron a agitar los pies en el aire. Dios ha mandado ocasión a mis deseos, si no la aprovecho, por acaso no volverá en mucho tiempo. Si mi padre no fuera, mucho le reprobaría. Oía tanto a los felices como a los desgraciados, por cuanto a los primeros hace precavidos y a los segundos consuela. Aunque pobre mujer fuese, era sin embargo sabia y sagaz. Si a vos os pluguiese, me placería. Difícilmente, amables señoras, puede ser conocido por nosotros lo que nos conviene. Si por mujer no pudiese tenerla, la querría tener por amiga. Afirmando haberse ella propuesto que nunca nadie gozaría de ella sino su marido. Mirándola entera la apreció sumamente, y si vestida le había gustado sobre toda comparación le gustó desnuda. Os ruego, si no os es enojoso, que a la memoria me traigáis quién sois. El burlador es a su vez burlado. Si creo que mi mujer alguna aventura tiene, la tiene, y si no lo creo, también la tiene. Sólo es casta la que no fue por nadie rogada, o si rogó ella, la que no fue escuchada. No sé si has pensado cuán estrictamente vivimos. He oído decir a muchas mujeres que todas las dulzuras del mundo son una broma con relación a aquella de unirse la mujer al hombre. Es un mozo tonto, más crecido que con juicio. ¡Si se lo hemos prometido, que sea otra u otras quienes cumplan la promesa! Cuando disminuye la esperanza, tanto se hace mayor el amor. Bastantes personas hay que, mientras se esfuerzan en ir al paraíso, sin darse cuenta, a quien mandan allí es a otro. Muchas veces, mientras creen engañar a otros, después conocen que han sido los engañados. Reputo gran locura la de quien se pone sin necesidad de probar las fuerzas del ingenio ajeno. Mejor es hacer algo y arrepentirse que no hacerlo y arrepentirse. Del amor no sabiendo o no pudiendo desenlazarse, no sabía morir ni le aprovechaba vivir. La gente está más dispuesta a creer lo malo que lo bueno. En todas las cosas era santísimo, salvo en los asuntos de mujeres. La señora quedó preñada de dos hijos varones, como el parto hizo manifiesto a su debido tiempo. Quien es malvado y por bueno tenido puede hacer el mal y no es creído. Y nunca comía carne ni bebía vino cuando no había el que le gustaba. Pareciéndole tierra para su arado. Los vicios pueden volverse con grandísimo dolor contra quien los tiene y muchas veces contra otros. Más que la otra gente creen saber, y menos saben. Contra la naturaleza de las cosas pretenden oponer su juicio, de la cual presunción han sobrevenido ya grandísimos males y nunca se vio venir ningún bien. Creía que por la gran riqueza del hijo podía pedir peras al olmo. Como si a todos tuviera por nadie. La indecible alegría del enamorado joven. La honestidad cedió el lugar al amor. Nunca sentía ningún bien sino cuando lo veía. Saciar sus ojos con aquello que los oídos por las recibidas noticias le habían hecho deseosa. Viendo a la joven, un tanto se quedó sin palabra de la maravilla. Los primeros frutos de su amor dulcísimamente gustaron. Luego de muchos besos se acostaron juntos y durante toda la noche tomaron uno del otro deleite y placer. Grandísimas fuerzas son las de Amor, y a grandes fatigas y a exorbitantes peligros exponen a los amantes. Tanto se había enamorado de ella que no sentía ningún bien sino cuando la veía. Ellos por igual ardían en las amorosas llamas encendidos. Lo más que había podido su preñez tenerla escondida. Tal como nuestra piedad se alaba, así es castigada también nuestra crueldad por la justicia divina. Parecía que cuanto más le faltaba la esperanza tanto más se multiplicaba su amor. Más quiero un hombre que necesite riquezas que riquezas que necesiten un hombre. Turbada nuestra cena, no solamente no la he engullido sino que ni siquiera la he catado. Todas sois iguales, y con culpar a las otras queréis tapar vuestras faltas. Había la luna, estando ya en medio del cielo, perdido sus rayos. Lo juro, no tengo vecina yo que haya ido al marido doncella. De las casadas bien sé cuántas y qué burlas hacen a los maridos. A las mujeres más que a los hombres el mucho hablar afea. Buena cosa es saber hablar bien en todas partes pero yo juzgo que es buenísimo saber hacerlo cuando lo pide la necesidad. Más gustaba de estar en la cocina que el ruiseñor sobre las verdes ramas. Reina de tal manera que al final de tu gobierno lo alabemos. Las demás son como yo, todas somos medrosas, y máximamente de los espantajos. Estando ya las cosas tan avanzadas entre él y ella que no faltaba sino poner en efecto las palabras con obras, pensó la señora encontrar semejantemente un modo para ello. Raras veces queda sin efecto lo que las dos partes quieren. No creo yo que haya nada, por grave y peligroso que sea, que a hacer no se atreva quien ardientemente ama. Una señora que en sus obras tuvo mucho más favorable la fortuna que sensato el juicio. Los años de mi marido son demasiados si se miden con los míos; de aquello que las mujeres jóvenes más disfrutan vivo poco contenta. Con el primer golpe no cae la encina. Puede suceder sólo una vez que la fortuna salga a tu encuentro con rostro alegre y con los brazos abiertos. Dime cuando vendrás, que al decir “Pronto” ya me das consuelo. Sin ninguna mosca, reposadamente y con alegría cenaron. Nunca podría hablarse de ello tanto que no quedase mucho más por decir. Como muy sabia, le trató tal como se merecía. Se enamoró de ella tan ardientemente que nada más veía aquí ni allí. No solamente no le quería nada sino que lo odiaba más que a un dolor de cabeza. Pareciéndole este tábano demasiado pesado y demasiado enojoso. Muchas veces sucede que las artimañas son con artimañas vengadas. Ninguna gloria es para un águila haber vencido a una paloma. Estos saben donde tiene la cola el diablo. No habéis aprendido el abecé en una manzana, como quieren hacer muchos necios, sino que en un melón lo aprendisteis bien. Por todas partes se ven a sus barones, como Tamañín de la Puerta, don Boñiga, Mango de la Escoba, Diarrea y otros. Para enseñar a leer se aconsejaba escribir las letras sobre una manzana, y darle la fruta al niño cuando reconocía lo escrito sobre ella. Me has puesto fuego al arma. Haced pues que a vuestra hermosura respondan vuestras obras. El tema del hombre preñado se encuentra en los folklores primitivos y en la edad media europea. Nade hay de lo que se hable tanto que no guste más cada vez si el momento y el lugar que tal cosa pide sabe ser elegido debidamente por quien quiere hablar de ello. Sin decir palabra tensó la ballesta y la descargó de un solo golpe con gran placer de la mujer. Amando, fue amado. Dios, más preocupado de mi deber que yo mismo, en el punto en que mayor ha sido la necesidad me ha abierto los ojos de la inteligencia. El apetito de los hombres no está nunca contento con ningún límite. Mal convenirme a mí a tan alto lugar dirigir el ardor de mi ánimo. Nadie se enamora por meditada elección sino según el apetito y el gusto. Quien de ello se duele o se queja no hace lo que debe ni sabe lo que hace. Santísima cosa es, pues, la amistad, y no solamente digna de singular reverencia, sino de ser con loor perpetuo alabada como discretísima madre de la magnificencia y de la honestidad, hermana de la gratitud y de la caridad, y del odio y la avaricia enemiga. De cuantas mujeres me parece haber visto ella es quién por sus costumbres, sus maneras y su porte (dejando la hermosura que es flor caduca) más digna me parece de alabarse y tenerse en aprecio. Ni de tomar mujer ni de tener hijos se ocupaban sus pensamientos, en lo que había que tenerlo por sabio. Qué dura cosa sea encontrar alguien que bien se adapte a las costumbres de uno, y cuán grande sea la abundancia de lo contrario, y cómo es una vida dura la de quien da con una mujer que no le convenga bien. Esplendorosas señoras, como creo que sabéis, el buen sentido de los mortales no consiste sólo en tener en la memoria las cosas pretéritas o conocer las presentes, sino que por las unas y las otras saber prever las futuras es reputado como talento grandísimo por los hombres eminentes. Continua honestidad, continua concordia, continua fraterna familiaridad me ha parecido ver y oír, lo que sin duda, para honor y servicio vuestro y mío me es carísimo. Si Amor sin celos fuera, no sería yo mujer. He terminado la presente obra, por la cual cosa es tiempo de conceder reposo a la pluma y a la fatigada mano. Más pesan las palabras que los hechos y más se ingenian en parecer buenas que en serlo. Ninguna mente corrupta entendió nunca rectamente una palabra. Cada cosa en sí misma es buena para alguna cosa y mal usada puede ser nociva para muchas. Ha pasado mucho tiempo desde que comencé a escribir hasta este momento en que llego al final de mi fatiga. Las cosas de este mundo no tienen estabilidad ninguna, sino que siempre están cambiando. AQUÍ TERMINA LA DÉCIMA Y ÚLTIMA JORNADA DEL LIBRO LLAMADO DECAMERÓN.