Oscar Wilde El abanico de Lady Windermere
Todo hay que tenerlo en cuenta: si se las echa uno de bueno, el mundo le toma a uno muy en serio, y si se las echa de malo, creen que uno bromea. Tal es la estupefaciente necedad del optimismo.
Puede que algún día tenga usted necesidad de un verdadero amigo.
Todos necesitamos a veces de amigos.
Me enseñó una cosa que el mundo empieza a olvidar: la diferencia que hay entre lo que está bien y lo que está mal.
Todo el mundo parece considerar la vida como una especulación. ¡Pues no es una especulación! Es un sacramento. Su ideal es el amor. Su purificación, el sacrificio.
La gente buena está haciendo un daño atroz en el mundo. El mayor, dar tanta importancia a la maldad. Es absurdo dividir a las personas en buenas y malas. La gente se divide en agradable y desagradable, simplemente. Yo siempre me pongo del lado de la agradable.
Yo puedo resistir a todo, menos a la tentación.
Me parece que nuestros maridos acabarían por olvidar nuestra existencia si de cuando en cuando no les molestáramos un poco. ¡Oh!, lo preciso nada más para hacerles recordar que tenemos derecho a hacerlo.
La vida es una cosa demasiado importante para hablar de ella en serio.
Y aunque ellas no sean aficionadas a chismes y cuentos, pues claro, no han podido menos de contárselo a todo el mundo.
Agatha y yo estamos interesadísimas por la Australia. Debe de ser preciosa; con todos aquellos canguros corriendo por todos lados. Agatha la ha encontrado en el mapa. ¡Qué forma tan curiosa tiene!
¿Por qué demonios no tiene ningún condenado pariente? ¡Malditos parientes! ¡Lástima que le den a uno cierta respetabilidad!
Me trata con una indiferencia que ni que estuviéramos casados.
Para dominar a un hombre no hay como acudir a lo que hay de peor en él. Nosotras hacemos dioses de los hombres, y éstos nos abandonan. Otras los hacen sus animales y ellos las acarician y son fieles.
Un hombre que moraliza es generalmente un hipócrita. Y una mujer que moraliza, es invariablemente fea.
En cuanto alguien está de acuerdo conmigo, se me antoja que debo estar equivocado.
¡Cómo estropea el matrimonio a un hombre! Es tan perjudicial como el fumar, y mucho más costoso.
En este mundo no hay más que dos tragedias: una, no conseguir lo que se desea, otra, conseguirlo. La segunda es la peor de las dos.
La vida es terrible. Ella es la que nos gobierna, y no nosotros a ella.
No creo que las personas puedan ser divididas en buenas y malas. Las mujeres que llamamos buenas también llevan en sí muchas cosas terribles, crisis de locura, de orgullo, de celos, de pecado. Las mujeres malas, como nosotros las llamamos, pueden conservar, en cambio, impulsos de arrepentimiento, de dolor, de compasión, de sacrificio.
Los ideales son siempre peligrosos. Prefiero las realidades. Hieren, pero son preferibles.
¡Si usted supiera lo fácilmente que se mata el amor!
El mundo es el mismo para todos, y el bien y el mal, y el pecado y la inocencia, se pasean por él cogidos de la mano. Cerrar los ojos a esa mitad de la vida, con la esperanza de poder vivir en sosiego, es como si nos cegásemos voluntariamente, a fin de caminar sin miedo por un terreno lleno de precipicios.
Domingo 30 de agosto de 2009.
Todo hay que tenerlo en cuenta: si se las echa uno de bueno, el mundo le toma a uno muy en serio, y si se las echa de malo, creen que uno bromea. Tal es la estupefaciente necedad del optimismo.
Puede que algún día tenga usted necesidad de un verdadero amigo.
Todos necesitamos a veces de amigos.
Me enseñó una cosa que el mundo empieza a olvidar: la diferencia que hay entre lo que está bien y lo que está mal.
Todo el mundo parece considerar la vida como una especulación. ¡Pues no es una especulación! Es un sacramento. Su ideal es el amor. Su purificación, el sacrificio.
La gente buena está haciendo un daño atroz en el mundo. El mayor, dar tanta importancia a la maldad. Es absurdo dividir a las personas en buenas y malas. La gente se divide en agradable y desagradable, simplemente. Yo siempre me pongo del lado de la agradable.
Yo puedo resistir a todo, menos a la tentación.
Me parece que nuestros maridos acabarían por olvidar nuestra existencia si de cuando en cuando no les molestáramos un poco. ¡Oh!, lo preciso nada más para hacerles recordar que tenemos derecho a hacerlo.
La vida es una cosa demasiado importante para hablar de ella en serio.
Y aunque ellas no sean aficionadas a chismes y cuentos, pues claro, no han podido menos de contárselo a todo el mundo.
Agatha y yo estamos interesadísimas por la Australia. Debe de ser preciosa; con todos aquellos canguros corriendo por todos lados. Agatha la ha encontrado en el mapa. ¡Qué forma tan curiosa tiene!
¿Por qué demonios no tiene ningún condenado pariente? ¡Malditos parientes! ¡Lástima que le den a uno cierta respetabilidad!
Me trata con una indiferencia que ni que estuviéramos casados.
Para dominar a un hombre no hay como acudir a lo que hay de peor en él. Nosotras hacemos dioses de los hombres, y éstos nos abandonan. Otras los hacen sus animales y ellos las acarician y son fieles.
Un hombre que moraliza es generalmente un hipócrita. Y una mujer que moraliza, es invariablemente fea.
En cuanto alguien está de acuerdo conmigo, se me antoja que debo estar equivocado.
¡Cómo estropea el matrimonio a un hombre! Es tan perjudicial como el fumar, y mucho más costoso.
En este mundo no hay más que dos tragedias: una, no conseguir lo que se desea, otra, conseguirlo. La segunda es la peor de las dos.
La vida es terrible. Ella es la que nos gobierna, y no nosotros a ella.
No creo que las personas puedan ser divididas en buenas y malas. Las mujeres que llamamos buenas también llevan en sí muchas cosas terribles, crisis de locura, de orgullo, de celos, de pecado. Las mujeres malas, como nosotros las llamamos, pueden conservar, en cambio, impulsos de arrepentimiento, de dolor, de compasión, de sacrificio.
Los ideales son siempre peligrosos. Prefiero las realidades. Hieren, pero son preferibles.
¡Si usted supiera lo fácilmente que se mata el amor!
El mundo es el mismo para todos, y el bien y el mal, y el pecado y la inocencia, se pasean por él cogidos de la mano. Cerrar los ojos a esa mitad de la vida, con la esperanza de poder vivir en sosiego, es como si nos cegásemos voluntariamente, a fin de caminar sin miedo por un terreno lleno de precipicios.
Domingo 30 de agosto de 2009.
Vamos con Oscar Wilde! Entonces, dos importantes gracias: una por ser el pariente respetable en mi vida y la otra por hacerme creer que soy una persona agradable, porque siempre te siento a mi lado. ¿O somos los dos desagradables? Glup...
ResponderEliminarJuan; todo un hallazgo su Blog.
ResponderEliminarLo sigo
1 abrazo
Hola Juan Manuel, como estaS? te estoy siguiendo desde Alemania y mientras mas te leo mas ganas de dan de volar derecho para alla y compartir una cena y horas de charla con vos.
ResponderEliminarTe mando un abrazo de gol
Juan Ignacio (el de Manuel)
Qué verdad, la de cometer el error de darle demasiada importancia a la maldad...
ResponderEliminarQue bien manejado el blog, veo que estás hecho un avión con la compu. Nada mal para 81 años de edad. Estás hecho un pibe y totalmente actualizado. Máquina infernal!
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