Paulo Coelho Manual del Guerrero de la Luz
No necesita que nadie le recuerde la ayuda de los otros, él se acuerda solo y reparte con ellos la recompensa.
No cuenta solamente con sus fuerzas, usa también la energía de su adversario.
Jamás hace trampas; pero sabe distraer a su adversario.
Sabe lo que quiere, y no necesita dar explicaciones.
Tiene fuerzas para vencer las dificultades y seguir adelante.
No existe “mejor” o “peor”; cada uno tiene los dones necesarios para su camino individual.
No me arrepiento de los problemas en que me metí, porque fueron ellos los que me condujeron hasta donde deseé llegar.
“Fui yo quien decidió seguir por aquí”. En esta frase está todo su poder: él escogió la senda por donde camina ahora y no tiene motivo para protestar.
No pierde tiempo criticando las decisiones ajenas.
Por más difícil que sea su objetivo, siempre existe una manera de superar los obstáculos.
Su equipo, compuesto por tres elementos: fe, esperanza y amor.
Es peligroso pedir un consejo. Y mucho más arriesgado darlo.
Necesita amor. El afecto y el cariño forman parte de su naturaleza, tanto como el l beber.
Cuando no se siente feliz ante una puesta de sol es que algo anda mal.
Consigue equilibrar Rigor y Misericordia.
A veces actúa como el agua, y fluye entre los obstáculos que encuentra.
Acepta cada desafío como una oportunidad que se le presenta para transformarse a sí mismo.
Toda la rabia y el coraje de un pájaro son inútiles delante del gato.
En ningún momento procura juzgar.
Nunca tiene prisa.
Caminando despacio, nota la firmeza de sus pasos.
Nunca coge el fruto cuando aun está verde.
Horno abierto no cuece pan.
Presta atención a las pequeñas cosas porque ellas pueden entorpecer mucho cualquier acción.
“El diablo habita en los detalles”.
Sin fe. Pero sigue adelante, y la fe terminará volviendo.
Confía. Porque cree en milagros, los milagros empezarán a suceder. Porque está seguro de que su pensamiento puede cambiar su vida, su vida empieza a cambiar. Porque está convencido de que encontrará el amor, este amor aparece.
Es sabio, no comenta sus derrotas.
Evita ser tomado por sorpresa.
Cada uno cedió un poco, aprendiendo con esto el arte de la negociación.
Jamás lucha con quien no merece el honor del combate.
Es importante confiar en las personas.
Confía en los otros porque, en primer lugar, confía en sí mismo.
El Universo no juzga, conspira a favor de lo que deseamos.
Ver si no está pidiendo nada nocivo para sí mismo.
Desde los tiempos antiguos, celebrar un triunfo forma parte del propio ritual de la vida.
Se beneficia del mejor regalo que la victoria puede aportarle: la confianza.
Celebra hoy su victoria de ayer para tener más fuerzas en la batalla de mañana.
Comparte con los otros lo que sabe del camino. Quien ayuda siempre es ayudado, y tiene que enseñar lo que aprendió.
Prestando atención a las pequeñas cosas, consigue evitar grandes calamidades.
Dice un viejo proverbio árabe: “Dios juzga al árbol por sus frutos, y no por sus raíces”.
No necesita que nadie le recuerde la ayuda de los otros, él se acuerda solo y reparte con ellos la recompensa.
No cuenta solamente con sus fuerzas, usa también la energía de su adversario.
Jamás hace trampas; pero sabe distraer a su adversario.
Sabe lo que quiere, y no necesita dar explicaciones.
Tiene fuerzas para vencer las dificultades y seguir adelante.
No existe “mejor” o “peor”; cada uno tiene los dones necesarios para su camino individual.
No me arrepiento de los problemas en que me metí, porque fueron ellos los que me condujeron hasta donde deseé llegar.
“Fui yo quien decidió seguir por aquí”. En esta frase está todo su poder: él escogió la senda por donde camina ahora y no tiene motivo para protestar.
No pierde tiempo criticando las decisiones ajenas.
Por más difícil que sea su objetivo, siempre existe una manera de superar los obstáculos.
Su equipo, compuesto por tres elementos: fe, esperanza y amor.
Es peligroso pedir un consejo. Y mucho más arriesgado darlo.
Necesita amor. El afecto y el cariño forman parte de su naturaleza, tanto como el l beber.
Cuando no se siente feliz ante una puesta de sol es que algo anda mal.
Consigue equilibrar Rigor y Misericordia.
A veces actúa como el agua, y fluye entre los obstáculos que encuentra.
Acepta cada desafío como una oportunidad que se le presenta para transformarse a sí mismo.
Toda la rabia y el coraje de un pájaro son inútiles delante del gato.
En ningún momento procura juzgar.
Nunca tiene prisa.
Caminando despacio, nota la firmeza de sus pasos.
Nunca coge el fruto cuando aun está verde.
Horno abierto no cuece pan.
Presta atención a las pequeñas cosas porque ellas pueden entorpecer mucho cualquier acción.
“El diablo habita en los detalles”.
Sin fe. Pero sigue adelante, y la fe terminará volviendo.
Confía. Porque cree en milagros, los milagros empezarán a suceder. Porque está seguro de que su pensamiento puede cambiar su vida, su vida empieza a cambiar. Porque está convencido de que encontrará el amor, este amor aparece.
Es sabio, no comenta sus derrotas.
Evita ser tomado por sorpresa.
Cada uno cedió un poco, aprendiendo con esto el arte de la negociación.
Jamás lucha con quien no merece el honor del combate.
Es importante confiar en las personas.
Confía en los otros porque, en primer lugar, confía en sí mismo.
El Universo no juzga, conspira a favor de lo que deseamos.
Ver si no está pidiendo nada nocivo para sí mismo.
Desde los tiempos antiguos, celebrar un triunfo forma parte del propio ritual de la vida.
Se beneficia del mejor regalo que la victoria puede aportarle: la confianza.
Celebra hoy su victoria de ayer para tener más fuerzas en la batalla de mañana.
Comparte con los otros lo que sabe del camino. Quien ayuda siempre es ayudado, y tiene que enseñar lo que aprendió.
Prestando atención a las pequeñas cosas, consigue evitar grandes calamidades.
Dice un viejo proverbio árabe: “Dios juzga al árbol por sus frutos, y no por sus raíces”.
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