martes, 10 de mayo de 2011

Dranzio Varella en Reflexiones de un oncólogo

Dranzio Varella Reflexiones de un oncólogo
Reflexiones del oncólogo brasileño Dranzio Varella, ganador del premio Nobel de Medicina.
Definiciones
a. Tercera Edad:
Oficialmente comienza a los 60 años y se supone que termina a los 80, pero no hay consenso.
b. Cuarta Edad o Vejez:
Se inicia a los 80 años y termina a los 90.
c. Longevidad:
Se inicia a los 90 y termina cuando mueres.
Vejez saludable
Nadie está sano después de los 50. Sanos están los jóvenes; los viejos tienen siempre uno o varios achaques que son propios de la edad.
De lo que se trata entonces es de envejecer saludablemente, con los achaques controlados y sin complicaciones.
Genética
Si quieres saber cuánto vivirás y cómo llegarás a esa edad, mira o recuerda a tus padres. La carga genética es fundamental para establecer un pronóstico de vida. Quien tuvo cáncer o infarto antes de los 60 lo transmitirá en los genes a sus hijos por lo que éstos tendrán mayor probabilidad de desarrollar las mismas enfermedades. El desarrollo de una enfermedad crónica requiere la presencia de varios factores, el genético es uno de ellos.
No hay atracón gratuito
“Somos lo que comemos”. Si además de tener una carga genética desfavorable pones 3 ó 4 cucharaditas de azúcar en cada café que tomas, saboreas todas las pieles del pollo asado y te relames con las cortezas de cerdo del aperitivo del fin de semana, estás convirtiendo tus arterias en cañerías atascadas. Ergo, no habrá buena circulación, no habrá buena oxigenación, habrá muerte celular, envejecimiento acelerado prematuro.
Si quieres tener una vejez saludable a partir de los 50 años cuida tu alimentación, no comas cosas “químicas”, no abusas de las grasas.
Un buen desayuno, un buen almuerzo y una pésima cena son la clave para equilibrar tu medio interno.
Viva el trago
Abandona todas las bebidas gaseosas. Las pueden tomar los jóvenes con mesura, nosotros no. Tienen carbonato de sodio, azúcar y cafeína. A nuestra edad, esas sustancias vapulean al páncreas y al hígado hasta desgastarlos. Mejor toma limonada, zumos… Hasta la cerveza es preferible. Se hace con agua hervida, tiene componentes naturales y no contiene sodio.
Hay evidencia clínica de que el consumo moderado de alcohol después de los 50 años mejora la calidad de vida. Tiene tres efectos definidos: vasodilatador coronario, disminuye el colesterol y es un sedante moderado. A la hora del almuerzo o por la noche, tómate un trago. Los más recomendados son el whisky, el vino tinto y el aguardiente puro.
En lugar de tomar nitroglicerina para dilatar las arterias, estatinas para bajar el colesterol o un valium para estar tranquilo, consigues todo eso con un buen trago. Y si lo haces en compañía de personas que quieres, el efecto se duplica. Ojo: consumo moderado equivale a uno o dos vasos, si te pasa todos los días, el efecto será el contrario y te matará rápido.
Tampoco hay que ser estrecho
Todas estas pautas son buenas, pero sin exagerar y sin dogmatizar. Si haces un asadito no vengas con que “no como chorizo porque es muy grasiento” o “mi médico me ha dicho que beba dos copas y punto”.
Nada reemplaza la alegría de compartir con los que te quieren; no hay grasa ni copa que no se pueda metabolizar en una buena tarde de esparcimiento. Los mecanismos de compensación de nuestro cuerpo son poco conocidos, pero así sucede: si disfrutas verdaderamente, el “pecado mortal” dietético se transforma en “venial”.
Nadie me quitará lo bailado
Eso es absolutamente cierto porque todo lo que comes y bebes te dejará huella y, cual retrato de Dorian Gray, tu cuerpo lo mostrará en la vejez. Las noches de juerga, los atracones, los excesos de todo tipo harán la vida de viejo muy desgraciada. Y no solamente a ti, sino a tu familia.
Pérdidas
La principal desgracia para un anciano es la soledad. Lo habitual es que las parejas no lleguen a viejas juntas; siempre alguien se va primero, con lo que se desequilibra todo el statu quo que sostenía a los componentes. El viudo o viuda comienza a ser una carga para su familia.
Traten de no perder el control de su vida. Por ejemplo: Yo decido cuándo y con quién salgo, qué como, cómo me visto, a quién llamo, a qué hora me acuesto, qué leo, en qué me distraigo, qué compro, donde vivo, etc. Cuando ya no puedas hacer eso, te habrás transformado en un plomo, un lastre para los demás.
Suficiente
Espero que esto que he escrito os sea de utilidad.


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