Se sabía que no tenía mujer, y aunque algo mayor era fuerte y de buen ver. Se oyeron tibias exclamaciones y un silencio de curiosidad entre los asistentes. Un recuerdo oscuro e inquietante aleteó en la mente del sacerdote para desaparecer, antes de que pudiera asirlo, como una de esas grandes mariposas de la noche.
Había ganado en carácter y en posición: una hija casada es menos hija. Miró sobre la fronda de los árboles la tarde que parecía despeñarse tras el muro del convento. Cuando no existe justicia, es necesario crearla, porque de Dios para abajo, el que peca debe pagarlo, así en la Tierra como en el Cielo… Sólo el veneno mata en silencio, pues avanza como pisada de seda, y si así lo prescribes, hace su trabajo cuando estás ausente. Ves su obra, pero no cómo obra. Eran las mujeres las instigadoras de de la pasión en los hombres que, siendo débiles, se comportaban salvajemente, tentados más por la seducción femenina que por su mala naturaleza…
Afuera, la noche navegaba sin luna. Las ventanas que daban a la calle dejaron entrar una bocanada de silencio.
El olor santo del pan recién horneado inundaba el aire. Levantó los ojos al cielo y se sintió mareada de constelaciones, inmersa en el latir del Universo. Todos contentos porque sus excesos habían sido perdonados después de haberlos gozado. Dios nos ordena resignarnos, pues la vida debe continuar. Creyó distinguir en su prima esa expresión bovina, de habitar otro mundo, que adquieren las encintas. Pareció perdido en algún estuario secreto de su mente. Sé que mi ciencia no es nada comparada con una plegaria, pero a veces Dios nos elige a nosotros, los médicos, para hacer cumplir sus designios. A veces, un grito rompía el vidrio ahumado de la noche. Su mirada, que recorría el libro más por costumbre que por interés. El reino no es servidor del príncipe, sino el príncipe servidor del reino. La verdad: Si todas las cosas son lo que en ella son, son, sin duda, lo que deben ser.
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