Thomas Harris Hannibal Cannibal
El gusano que te corroe es la tentación de dar la razón a tus críticos, de querer obtener su aprobación.
Escrutó el rostro de su superior en busca de alguno de los signos de la demencia temporal que suele asaltar a los jubilados en ciernes.
En las personas una cualidad no anula a la otra. Pueden coexistir unas con otras, las buenas con las terribles.
El campanario clavándose en el cielo negro.
El sonido de una guitarra tocada con más entusiasmo que arte.
Estaba acostumbrado a esperar.
Seguía aferrándolo con la tenacidad del “rigor mortis”.
No puedo menospreciar a un hombre lo bastante loco como para decir la verdad.
Con la desfachatez de los que no tienen nada que perder.
El mundo es más interesante contigo dentro.
Cuando el lobo oye balar a la oveja herida, llega corriendo pero no para ayudarla.
Está más sola que la una.
Nunca podemos quedarnos. Nadie puede quedarse donde le gustaría.
Sabía que era peligroso conseguir exactamente lo que se desea.
Pataleó en sueños como hacen los perros.
Demasiado era demasiado, pero más que demasiado estaba bien.
El gusano que te corroe es la tentación de dar la razón a tus críticos, de querer obtener su aprobación.
Escrutó el rostro de su superior en busca de alguno de los signos de la demencia temporal que suele asaltar a los jubilados en ciernes.
En las personas una cualidad no anula a la otra. Pueden coexistir unas con otras, las buenas con las terribles.
El campanario clavándose en el cielo negro.
El sonido de una guitarra tocada con más entusiasmo que arte.
Estaba acostumbrado a esperar.
Seguía aferrándolo con la tenacidad del “rigor mortis”.
No puedo menospreciar a un hombre lo bastante loco como para decir la verdad.
Con la desfachatez de los que no tienen nada que perder.
El mundo es más interesante contigo dentro.
Cuando el lobo oye balar a la oveja herida, llega corriendo pero no para ayudarla.
Está más sola que la una.
Nunca podemos quedarnos. Nadie puede quedarse donde le gustaría.
Sabía que era peligroso conseguir exactamente lo que se desea.
Pataleó en sueños como hacen los perros.
Demasiado era demasiado, pero más que demasiado estaba bien.
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