Guillermo Martínez Crímenes Imperceptibles Premio Planeta Noviembre de 2003
Tenía veintidós años, una edad en la que casi todo es todavía disculpable.
Quizá no resistió los ojos abiertos del difunto.
Como si hubiera buscado hacer el menor daño posible.
Alguien que quiso matar de la manera más leve posible.
Crímenes que nadie vea como crímenes. Crímenes imperceptibles.
Caminaba con los ojos fijos y estaba absorto, enteramente vuelto dentro de sí.
Nadie se había preocupado por cerrarle los ojos.
-¿Qué es una mujer sin secretos?-
Tuve que preguntarme si esa desaparición sin mensajes no sería precisamente el mensaje.
Hay una diferencia entre la verdad y la parte de verdad que puede demostrarse.
Hay una estética de simplicidad y elegancia. La belleza requiere de ciertas divinas proporciones entre la simplicidad en el punto de partida y la simplicidad en el punto de llegada. Lo dificultoso, lo engorroso, se reservó siempre para el camino entre ambos.
Es en el fondo una cuestión de balance: dime cuánto quieres saber y te diré con cuánta certeza podrás afirmarlo.
Nos gusta tener le sensación de que podemos decir algo con sentido.
La realidad suele ser complicada.
Estaban los exámenes perfectos, que sólo permitían decir que la inteligencia del candidato coincidía perfectamente con las expectativas del examinador.
Cuando todos hablaban únicamente de la resurrección del alma, ellos prometieron también la resurrección de la carne.
Para un matemático el único problema que cuenta suele ser el que tiene entre manos.
Era la clase de persona que prefiere no dejar saber nada de sí para averiguarlo todo de los otros.
Lo más valioso en el pensamiento de un matemático es el momento solitario de la primera intuición.
Usted estuvo allí en el principio y el principio, como diría Aristóteles es la mitad del todo.
Como si se tomaran una libertad infrecuente de la que no debían abusar.
El cuidadoso ahorro de gestos.
Las trampas sucesivas que podían tenderle hacia delante. La verdad es férreamente única: cualquier apartamiento de la verdad es siempre refutable.
Sospechaba que su único atractivo era que otra mujer antes lo había elegido.
Una muerte natural, el ejemplo más acabado de un crimen imperceptible.
Son curiosos los pequeños remiendos, las suturas automáticas de la razón.
Con esa alegría algo irresponsable, invulnerable a todo, de los enamorados.
Es difícil saber hasta donde llegaría uno por un hijo.
Tenía veintidós años, una edad en la que casi todo es todavía disculpable.
Quizá no resistió los ojos abiertos del difunto.
Como si hubiera buscado hacer el menor daño posible.
Alguien que quiso matar de la manera más leve posible.
Crímenes que nadie vea como crímenes. Crímenes imperceptibles.
Caminaba con los ojos fijos y estaba absorto, enteramente vuelto dentro de sí.
Nadie se había preocupado por cerrarle los ojos.
-¿Qué es una mujer sin secretos?-
Tuve que preguntarme si esa desaparición sin mensajes no sería precisamente el mensaje.
Hay una diferencia entre la verdad y la parte de verdad que puede demostrarse.
Hay una estética de simplicidad y elegancia. La belleza requiere de ciertas divinas proporciones entre la simplicidad en el punto de partida y la simplicidad en el punto de llegada. Lo dificultoso, lo engorroso, se reservó siempre para el camino entre ambos.
Es en el fondo una cuestión de balance: dime cuánto quieres saber y te diré con cuánta certeza podrás afirmarlo.
Nos gusta tener le sensación de que podemos decir algo con sentido.
La realidad suele ser complicada.
Estaban los exámenes perfectos, que sólo permitían decir que la inteligencia del candidato coincidía perfectamente con las expectativas del examinador.
Cuando todos hablaban únicamente de la resurrección del alma, ellos prometieron también la resurrección de la carne.
Para un matemático el único problema que cuenta suele ser el que tiene entre manos.
Era la clase de persona que prefiere no dejar saber nada de sí para averiguarlo todo de los otros.
Lo más valioso en el pensamiento de un matemático es el momento solitario de la primera intuición.
Usted estuvo allí en el principio y el principio, como diría Aristóteles es la mitad del todo.
Como si se tomaran una libertad infrecuente de la que no debían abusar.
El cuidadoso ahorro de gestos.
Las trampas sucesivas que podían tenderle hacia delante. La verdad es férreamente única: cualquier apartamiento de la verdad es siempre refutable.
Sospechaba que su único atractivo era que otra mujer antes lo había elegido.
Una muerte natural, el ejemplo más acabado de un crimen imperceptible.
Son curiosos los pequeños remiendos, las suturas automáticas de la razón.
Con esa alegría algo irresponsable, invulnerable a todo, de los enamorados.
Es difícil saber hasta donde llegaría uno por un hijo.
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