Mi cuento favorito según los escritores argentinos Edición a cargo de Guillermo Saavedra ALFAGUARA 2000 Bs.As. ISBN: 950-511-670-5
El jardín de los senderos que se bifurcan Jorge Luis Borges
Me pareció increíble que ese día sin premoniciones ni símbolos fuera el de mi muerte implacable.
Todas las cosas le suceden a uno precisamente, precisamente ahora.
Todo lo que realmente pasa me pasa a mí...
La luna baja y circular parecía acompañarme.
Juventud Joseph Conrad
Vivía la vida de la juventud, en la ignorancia y la esperanza.
Tenía todo ello algo de cabal, algo de sólido como un principio y de imperioso como un instinto: la manifestación de algo aculto, de esa cualidad recóndita, ese don, para el bien o para el mal, que determina la diferencia entre las razas, que modela el destino de las naciones.
Arroja una luz mágica sobre el ancho mundo y salta hasta el cielo, para ser apagada luego por el tiempo, más cruel, más despiadado, mas amargo que el mar.
Esperaban ansiosos algo de la vida, que mientras se lo aguarda ya se ha ido, ha pasado inadvertido, en un suspiro, en un relámpago, junto con la juventud, con las fuerzas, con las ilusiones de las aventuras.
Encender un fuego Jack London
No había que estar tan seguro de las cosas.
El marido rural John Cheever
Su rostro se había fijado en esa semisonrisa vacía tras la cual el alma flagelada está suspendida.
Parecía que la mañana tendía un resplandeciente puente de luz sobre el desorden de sus asuntos.
Su espíritu tan lastimado que incluso cojeaba.
La idea de que habían pasado muchos años desde la última vez que le había agradado mostrarse intencionadamente descortés lo calmó.
Se estiró, bostezó, suspiró y gruñó como todos los hombres que tienen una cita en el trasfondo de su mente.
Liliana Heker
Ya es demasiado tarde para cualquier cosa.
Sylvia Iparraguirre
El sabor amargo de la injusticia.
Los bienintencionados no tienen chance.
El padre Sergio León Tolstoi
¿Para qué todo este mundo, toda su hermosura, si es pecaminoso y hay que renunciar a él?
Un ruiseñor cercano y otros dos allí abajo, entre los arbustos junto al río, se deshacían en trinos.
Era un ser débil, que no podía ser ni actuar de otra manera.
Una rosa para Emilia William Faulkner
Como si hubiera sido trabajada por el desuso.
Vino de mediodía Katherine Anne Porter
Quería creer en su marido y había demasiadas ocasiones en las que no podía. Quería creer que mañana, o por lo menos pasado mañana, la vida, una batalla en el mejor de los casos, iba a ser mejor.
“No parece correcto”, era la razón definitiva para no hacer nada que no desease hacer.
Eran tan indolentes y despreocupados, como si no tuviesen ningún futuro en este mundo, ni un alma inmortal que salvar.
Abrió la boca y empezó a gritar de regocijo y a darse la mano a sí mismo como si hiciera mucho que no se veía.
Han sido siempre amigos en la prosperidad.
Se sentaron con los ojos bajos y las caras afligidas, como si estuviesen en un funeral.
El anillo Elena Garro
Cualquier gustito nos da tantísimo gusto.
En el bote Stephen Crane
Había llegado a olvidar que lo había olvidado.
martes, 22 de septiembre de 2009
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Los años pasan se deslizan rápidamente por nuestros dedos pero... la juventud no sabe de esperas.
ResponderEliminarLástima no entender a temprana edad lo hermoso que es atesorar cada momento!!!
Ahora a edad madura podemos vivir plenamente el día... a nuestro modo, a nuestro andar, a nuestras exigencias. Pero siempre andar, el quedarnos quietos nos hace invisibles.
Cariños