sábado, 12 de septiembre de 2009

Federico Peltzer

ANTES DEL RÉQUIEM Federico Peltzer Ediciones Fundación Victoria Ocampo 1ª ed. Bs. As.
ISBN 987-1198-11-6

Antes del Réquiem

Podría hacer una radiografía de sus pensamientos y los vería urgidos por deseos y ambiciones fracasadas de antemano. En todo caso me haría falta mucho amor para consentirme olvidar.
Quienes no se equivocan nunca están destinados a desalentar el escaso amor de que disponemos los hombres.
¿De qué me habló? De todo y de nada, pero adiviné cierta tristeza que ni se exhibe ni se esconde; una tristeza incorporada. Parecía brotar del convencimiento de que las cosas son así y es imprudente rebelarse.
-Sí, sí… Pero a las mujeres no nos gusta que nos conozcan del todo.
-Nunca las historias son una historia de tantas, sobre todo para los protagonistas.
Si llego a querer a un hombre será porque lo siento a mi lado, no enfrente.
Nunca me había sucedido: verla y decir “ésta es”.
Siempreamanece para unos pocos. Esta vez me tocaba.
Algo, la vida, la suerte o como se la quiera llamar, lo prefería porque sí, como prefieren a uno u otro las abuelas.


Un mes de treinta sonetos

Me reí de buena gana, un juego sin duda. Siempre hay una inocencia que nos hace caer en las trampas.

Trampas para jueces

Cada uno apelaba a sus razones, eso que la gente llama el punto de vista.

Huellas

“La persona querida siempre es linda”

La ciudad de los hombres sin nombre

Queda, en las calles, el hormigueo de gentes que se cruzan, se nombran, se saludan, hasta es posible que cambien unas palabras, pregunten y respondan.
Aunque no se escuchen.


El alud

Esa haraganería que les cae de golpe a los que han pasado luchandola vida entera.
No era raro encontrarse con el malhumor de la madre, una prueba de su decepción por aquel hombre que una vez la eligió sin avisarle que con el tiempo sería un inútil.

El monoblock

El aceptó, dócil, como los que están acostumbrados a perder en silencio.

Cambio de ideas

Basta con lo que se ha tenido. Eso no se pierde, se acumula como un caudal, o un ahorro. Cuando se tuvo…bueno…se encendió una luz adentro. Y no se apaga.
Mire, le cuento: Hace años murió un pariente. Lo velamos durante días y noches, a la espera del final. Fue doloroso, lamentable. Nos quedó como una fe al revés, sólo una fe ciega en la muerte. Después del entierro volví a mi casa, besé a mis hijos, sentí en el calor de los cuerpos una fuerza que me contagiaba. Era como tocar otra vez la vida. Gozaba al verlos moverse, gritar… Al rato ni me acordaba del pariente.

Con los años lo claro y lo oscuro se contaminan, con frecuencia resultan indiscernibles. Muchas veces me he preguntado el por qué de aquello. Y no tuve respuestas. Entonces terminé por aceptar que no hay un por qué; simplemente las cosas se presentan así.

4 comentarios:

  1. Se pesentan Así....
    porqué bucarle una razón a todo...
    Muy bueno lo suyo.
    1 abrazo

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  2. Muy bueno, veo que estás trabajando mucho con tu blog. Abrazo! Juan Cruz, Maria Julia y Tomás.

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  3. Antes del Réquiem
    Agradable de ser leído y pensado.
    Saludos

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  4. Loco, lo tuyo es lo más... mató mil la foto del perfil. Qué canchero.
    Llegué hasta aqui leyendo. Luego seguiré. Decile a Peter Pan que me espere. Que no se aleje más porque voy sin aire.
    Un abrazo.
    Tu sobri... ejem... preferida.

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