Sangharákshita El Sutra del Loto Blanco
El impulso hacia la Iluminación, el impulso hacia algo más elevado y más allá de los confines del mundo es innato en todo ser vivo.
El impulso por el desarrollo espiritual existe en potencia en todos los seres.
Desarrollar cualidades espirituales por medio de la práctica de las seis paramitas. Paramita se traduce por disciplina para el logro de la Iluminación.
La primera de estas disciplinas para el logro de la Iluminación es dana (la generosidad).
Lo primero que se puede dar son las cosas materiales. En segundo lugar está dar educación y cultura. La tercera forma de generosidad es psicológica: dar la intrepidez. Mucha gente padece sentimientos profundos de inseguridad. En cuarto lugar, dar el Dharma, la Verdad.
Dar el Dharma es compartir tu comprensión de la verdad. Por último, se da uno a sí mismo en las relaciones con los demás. Dijo Walt Whitman: “Cuando doy, me doy a mi mismo”. Los budistas orientales practican diariamente alguna forma de generosidad. La generosidad es una virtud que cualquier budista que practica necesita desarrollar.
La segunda disciplina, sila, es honestidad. Trata cuidadosamente de no dañar ni aun al ser más insignificante. La reverencia por la vida.
El segundo precepto es compromiso a abstenerse de todo lo que no se me ha dado. Abstenerse del robo o cualquier tipo de fraude.
El tercer precepto da directivas sobre la ética del habla. Decir la verdad con amor y afecto, teniendo en cuenta los sentimientos y las necesidades de quien escucha, de forma que promueva la armonía, la concordia y la unidad.
El cuarto precepto es sobre la preservación de la atención consciente. Evitar cualquier cosa que disminuya la atención consciente. Alcohol y drogas.
La tercera disciplina es ksanti. Paciencia. Tolerancia. Amor y amabilidad. Franqueza. Predisposición a comprender las cosas. Receptividad a las verdades espirituales superiores.
La cuarta paramita es virya, la energía o el vigor. El esfuerzo para desechar emociones negativas y fomentar emociones positivas. Sin energía no se puede hacer nada.
La quinta paramita, samadhi, concentración.
La sexta disciplina es prajna, la sabiduría.
Se reconocen tres tipos de sabiduría. La primera es la sabiduría que se obtiene escuchando y leyendo. La siguiente se obtiene reflexionando sobre lo que hemos oído. El tercer tipo cuando meditamos sobre nuestras reflexiones.
Al oír o leer las palabras “Esto he escuchado… (“evam maya srutam” en sánscrito) sabemos en seguida que una enseñanza del Buda va a ser predicada.
“La Verdad en su plenitud es difícil de comprender”. Es tan difícil que sólo los Budas, solo los plenamente iluminados, son capaces de comprenderla.
“Por medio de una parábola la gente inteligente llega a comprender”.
Nos complace pensar que vivimos en el presente, pero lo más frecuente es estar rodeados de los fantasmas del pasado.
Las proyecciones de nuestro subconsciente, los fantasmas del pasado que llevamos a todas partes con nosotros.
“El mundo entero está en llamas. El mundo entero arde. Arde con el fuego del querer y del deseo neurótico. Arde con el fuego de la rabia, del odio y de la agresión. Arde con el fuego del error, del engaño y de la falta de consciencia”.
Todo se quemaba en el triple fuego del deseo, del odio y de la ignorancia.
Antes de construir hay que destruir.
El organismo humano posee una tendencia natural a crecer, de modo biológico, psicológico e incluso espiritual. La naturaleza de la vida es el crecer.
Hoy en día cualquiera puede estudiar cualquier cosa.
Con las mejoras en la comunicación y el transporte, el mundo se está haciendo cada vez más pequeño. Todas las religiones, incluso todas las sectas, son cada vez más fáciles de encontrar por todas partes. La religión es el proceso de evolución y desarrollo del individuo.
Llegamos a entender que todos los tipos de arte, todos los tipos de religión, son medios para la evolución superior de la humanidad.
Un antiguo refrán dice: “siempre se da la oscuridad máxima antes del amanecer”.
La existencia humana tiene muchas facetas que son profundas, misteriosas y difíciles de entender. E
En Antígona de Sófocles: “Maravillas hay muchas, y ninguna más maravillosa que el hombre”.
El misterio de la vida humana siempre ha sido la preocupación más importante de la humanidad.
El cristianismo ve la condición humana en términos de pecado, desobediencia y culpabilidad, mientras el Budismo lo ve más en términos de descuido, inconsciencia e ignorancia.
“La humanidad no puede soportar demasiada realidad”. Esto es verdad no solamente en el momento de la muerte sino también en todos los momentos cuando nos enfrentamos a una verdad que parece ser mucho más que lo que podríamos soportar.
Una persona religiosa es una que pone las experiencias religiosas en el centro de su existencia.
La sabiduría no es suficiente: hace falta la compasión también.
La religión es la vida hacha consciente de su propia tendencia a ascender, a crecer y a desarrollarse.
Es razonable esperar que con algo de esfuerzo los seres humanos crezcan. Pero no lo es el esperar que todos crezcan de la misma forma. Cuando descubrimos algo que es muy útil para nuestro desarrollo espiritual, tendemos a pensar que a todo el mundo debe serle útil también. O al contrario, descubrimos que algo no nos es útil, y por eso nos negamos a reconocer que le es útil a otras personas.
La estupa es uno de los símbolos más ricos y más complejos de todo el budismo.
La palabra estupa es sánscrita y significa literalmente “la cima”; así que se refiere a la coronilla y al techo – la cima de la casa.
Se origina en el túmulo indio, en la práctica prebudista de hacer un montón de tierra sobre las cenizas de los héroes.
Los cinco elementos son los tradicionales: la tierra, el agua, el fuego, el aire y el éter o espacio.
Simbólicamente, ¿Qué quiere decir esto? La respuesta en una palabra es, energía.
Los cinco elementos están asociados con un color: La tierra con el amarillo, el agua con el blanco, el fuego con un rojo vivo, el aire con un bello verde claro, el espacio con el azul.
También los elementos están asociados con formas geométricas: la tierra con el cubo, el agua con la esfera, el fuego con el cono o la pirámide, el aire con la forma de un platillo o cuenco poco profundo, como la cúpula celestial invertida.
El mantra es aquello que protege a la mente, porque protege – y también desarrolla y madura – la mente de la gente que lo recita y que medita sobre su significado. Los mantras son frases usadas para invocar las fuerzas espirituales latentes dentro de nuestras mentes.
Se alimentarán de dos cosas: el gozo de la enseñanza del Buda y el gozo de la meditación.
“La cosa más importante de la vida, la más preciosa del mundo entero es el contacto con nuestro propio y verdadero ser, el contacto entre la superficie del ser y sus profundidades.
Nuestra propia naturaleza es en su esencia pura. Puede quedarse durante la mayor parte de la vida ocultada por varios tipos de pasiones, ignorancia, enfados, prejuicios, etc., pero en cuanto quitemos estas manchas, brilla de nuevo con todo su esplendor. En realidad no ha sido manchada en absoluto.
Uno invoca bendiciones para uno mismo, con la aspiración y el ruego de que sean transformados el cuerpo, el habla y la mente, y de que uno progrese en el camino espiritual.
Se concluye la práctica con la dedicación del mérito. Se dice: Que todos los méritos , todos los beneficios, que he obtenido de esta práctica sean compartidos por todos.
Te comprometes a actuar con compasión por todos los seres.
La medicina Tibetana es una continuación del sistema de la medicina india que se llama “ayurveda”. “Ayur” significa “vida”, y “veda” significa “ciencia”. Así que en la India la medicina se llamaba tradicionalmente “la ciencia de la vida”. La ciencia de cómo vivir de un modo sano, cómo vivir físicamente de la mejor manera.
El Buda dijo en su primer discurso, “Evitad los extremos. No os inflijáis sufrimiento. No practiques ni la indulgencia ni la propia mortificación. Seguid el camino medio”.
Nosotros podemos hacer lo que queramos – podemos practicar cualquier religión – y no siempre apreciamos nuestra suerte. Al no apreciar los derechos que tenemos, llegamos a ser perezosos, incluso indiferentes. No somos siempre conscientes de que bajo ciertas circunstancias podríamos vernos en una situación en la que tendríamos que elegir entre nuestra religión y la muerte.
El mayor cumplido que un padre puede hacer a sus hijos es dejarles hacer sus propios errores y almacenar su propia experiencia.
El momento verdadero de escuchar es cuando hay un silencio absoluto.
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