viernes, 5 de noviembre de 2010

Harlan Coben en No se lo digas a nadie

Harlan Coben No se lo digas a nadie

Como la luz de las estrellas, el amor no muere nunca.
Mi mano se extravió en la deliciosa curva de su espalda.
He aprendido a no juzgar. Escucho. Me pongo en el lugar del otro.
Mirándome a los ojos, me soltó una indiscutible verdad. –Usted no sabe nada de mi vida.
No juzgo. Sólo observo.
No siempre la distancia es el olvido.
Los problemas surgen al enfrentarme con cosas antiguas.
Puedo asegurar que pocas cosas son tan devastadoras como esa frase “podría haber…”
Respondo con una simple frase: “Es tu punto de vista”.
No hacía nunca muecas. Era un privilegio suyo.
Creía sinceramente que todo el mundo era bueno, que todos tenían su dignidad. También yo habría querido ser tan cándido.
La mente posee poderes increíblemente distorsionadores.
La fidelidad es una virtud que no abunda.
Las pequeñas cosas son las que más cuentan.
Coquetear con el alcoholismo es más o menos tan peligroso como coquetear con la hija menor de edad de un bandido.
Era una de esas personas que miran a los demás como si ellas fueran tigres famélicos y ellos gacelillas cojas.
La lección fundamental que quiso inculcarle fue simplemente ésta: confía en la naturaleza, no en el hombre.
A los secretos no les gusta estar enterrados.
Alguien diría que si ahora soy mejor, es porque he madurado.
La sexualidad es para todos, lo que viene después es sólo para los que se quieren.
Las palomas se contoneaban con ese aire de arrogancia que suele asociarse a los políticos.
La gente suele comentar que este mundo está enfermo. Pero no tienen ni idea.
No sabía dónde quería ir a parar con todo aquello, lo que sí sabía era que no me iba a gustar.
Mi normativa es muy simple, se basa en las prioridades, gran parte de la vida se organiza de acuerdo con este principio.
Creía que los detalles no servían para otra cosa que para enturbiar y confundir la imagen.
Más rara que un perro verde.
El hecho de que tú no veas la explicación no quiere decir que la explicación no exista. Lo único que quiere decir es que tú no la ves.
Sé que tiene que haber una explicación, pero no la encuentro.
De pronto se me ocurrió una idea, lo que es peligroso aun en el mejor de los casos.
Su espesa barba era un nido de gorriones después del ataque del cuervo.
Había transcurrido tantísimo tiempo que la nostalgia levantó apenas un rizo en el mar del recuerdo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario