Prólogo: A partir del siglo XIX, los escritores comienzan a interesarse más por las motivaciones de los personajes que por los propios sucesos.
Gilbert Keith Chesterton: Ya era tarde, aunque todavía la luz del sol lo bañaba todo, como si hubiera quedado prendida accidentalmente en los árboles.
Joseph Conrad: El gesto trágico y descuidado de los hombres destinados a la extinción. Piensen en los teléfonos, que se encargan de destrozar la escasa tranquilidad de espíritu que nos es dada en el mundo.
Jack London: Todas las cosas malas llegan a su fin, como las buenas.
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