martes, 22 de mayo de 2012

Isabel Allende Retrato en sepia


Nadie con dos dedos de frente admite una infidelidad, aunque lo pillen entre las sábanas.
No hay peor pobreza que la de la gente venida a menos, porque se debe aparentar lo que no se tiene.
Una mirada de bondad irremediable.
Esa combinación de verdad y belleza que se llama arte.
Habrían desaparecido arrastrados por el viento de la mala memoria.
La existencia era para ella un viaje divertido que conducía inevitablemente a la vejez y la muerte; no había razón para acumular bienes, puesto que de todos modos a la tumba se iba en cueros.
Se sentía frágil y me necesitaba a su lado para distraer a la muerte.
La fatuidad es privilegio de ignorantes; el sabio es humilde porque sabe cuán poco sabe.
La juventud no es una época de la vida sino un estado de ánimo.
Uno tiene la salud que se merece.
Una buena fotografía cuenta una historia, revela un lugar, un evento, un estado de ánimo, es más poderosa que páginas y páginas de escritura.
Vino un sacerdote y se quedó por dos o tres días bautizando críos, confesando pecadores, casando convivientes y recriminando adúlteros.
Pasearon al Niño Dios en alegre procesión, para que cada uno pudiera besar sus pies de loza.
Sin ideas propias, incapaz de lidiar con los esfuerzos mínimos de la existencia.
Compensaba su falta de luces con una inmensa bondad.
La fotografía y la escritura son una tentativa de asir los momentos antes de que se desvanezcan, fijar los recuerdos para dar sentido a mi vida.
Sería un desperdicio hacer el amor como un viejo matrimonio si ni siquiera estamos casados.

lunes, 14 de mayo de 2012

Isabel Allende Hija de la fortuna


Recitó un heroico poema, innecesariamente largo.
Se despejó el cielo y asomó un sol tímido.
Lo único bueno de casarse es enviudar -dijo.
Bastaba decir aquello que la gente deseaba oír.
Todos los maridos son aburridos. Ninguna mujer con dos dedos de frente se casa para que la entretengan, sino para que la mantengan.
Hablaron en mapudungo, la lengua de los mapuches.
Le resultaba simplemente imposible que un amor de tal magnitud la hubiera aturdido sólo a ella.
No se atrevieron a mirarse en la dulce penumbra, aturdidos por la mutua cercanía.
Una clase media empantanada en prejuicios.
El escándalo de verduras y frutas de aquel verano generoso.
Donde hay mujeres, hay civilización.
La gente con ideas originales siempre acaba con fama de loca.
Un enervante quejido acompañaba cada vuelta de las ruedas, que adrede no engrasaban con el fin de espantar a los demonios.
La verdadera espiritualidad incluye siempre el servicio a los demás.
El sabio es siempre alegre.
Andaba como un ebrio tropezando con su sombra.
Mientras más aprendas, más pronto sabrás cuán poco sabes.
Al otro mundo no puedo llevarme lo que sé, alguien ha de usarlo a mi muerte.
El sabio nada desea, no juzga, no hace planes, mantiene su mente abierta y su corazón en paz.
¿Por qué no cobras a los criminales? Porque prefiero que me deban un favor.
Aparecieron especuladores, leguleyos, evangelistas, jugadores profesionales, bandoleros, madamas con sus chicas de vida alegre y otros heraldos del progreso y la civilización.
Le había perdido el miedo al miedo.
Quien se complace en pensar en lo malo, acaba por convocarlo.
De pronto la memoria le lanzaba un zarpazo y la dejaba temblando.
El sabio es siempre alegre, porque acepta la realidad.
En la vida no se llega a ninguna parte, se camina no más.

viernes, 4 de mayo de 2012

Isabel Allende De amor y de sombra


Las enfermedades, decía, son de dos tipos: se curan solas o no tienen remedio.
No debía ser tanta su sabiduría si era la única persona del pueblo en ignorar sus propios cuernos.
En última instancia la hermosura no es sino una actitud.
Se instalaron en el otro extremo del mundo venciendo la parálisis inicial de quienes pierden sus raíces. Dieron a luz una nueva fortaleza, nacida del sufrimiento y la necesidad.
Lo escuchaba hablar con la fascinación de un niño frente a un teatro de títeres.
Apostaba a los mejores valores de la humanidad, ignorando miles de años de historia que demuestran lo contrario.
En vez de casarse realizarán una unión a prueba, a ver su la suma de sus afinidades era superior a la de sus diferencias.
Era un hombre nacido con el don de matar, rara condición que casi nunca se da en las mujeres. No lo guiaba el conocimiento anatómico, sino la intuición del verdugo.
En esencia eran hermanas, como finalmente lo son todas las mujeres.
Dulces colinas sedientas en verano. Vasto silencio de ramas desnudas en invierno.
Sentían la proximidad del otro como un consuelo.
Como todos los que aman la vida, se sentían inmortales.
Su confianza en el porvenir estaba puesta en la familia. Jamás imaginaron envejecer lejos de los suyos.
La ausencia es tan adversa como el paso del tiempo.
La soledad, la peor condena de la vejez.
Entretenida en sus propias fantasías carecía de tiempo y ánimo para ocuparse de las pequeñeces de la existencia.
Bien vestido bien recibido.
No podía imaginar a dos personas que se odiaban como sus padres haciendo aquello para traerla al mundo.
¿Has notado como te mira el chofer? Eres gusto de proletario, querida.
Era una noche estrellada y clara, arropada por un silencio amplio.
El orgullo de quien se cree hermosa daba a su andar un ritmo insolente.
-¿Qué quieres? ¿Qué no haya diferencia entre los pobres y la gente decente?
Sus caminos estaban trazados desde el principio y no pudieron sino recorrerlos.
Con un metódico ejercicio de humildad aceptar el mundo como una obra imperfecta en la cual Dios pone a prueba las almas.
El deseo compasivo de llevar solidaridad humana allá donde el amor divino parecía ausente.
Reemplazar la justicia por caridad, donde era necesario.
Había elegido la dura misión de amar al prójimo más que a sí mismo.
Estaba convencido de que se vive hasta la hora señalada y ni un instante menos o más.
Adonde el corazón se inclina, el pie camina.
Así da gusto morirse, exclamó la mujer deslumbrada ante el cuarto asoleado, las flores sobre la mesa y la televisión.
La dictadura no era una etapa provisoria en el camino del desarrollo, sino la etapa final en el camino de la injusticia.
Después de haber estado tanto tiempo en los territorios de la muerte, la vida había adquirido para ella otro valor. Percibía maravillada los contornos del mundo y agradecía las pequeñas cosas de cada día.
Atravesaron un pueblo borracho de luz.