miércoles, 27 de marzo de 2013

Isabel Allende De amor y de sombra


Las enfermedades, decía, son de dos tipos: se curan solas o no tienen remedio.
A lo lejos se divisaban los cerros envueltos en la neblina azul de la distancia.
Le sería mucho más fácil matar por la patria que morir por ella.
La soledad, la peor condena de la vejez.
Bien vestido bien recibido.
Buscando las palabras en el agua quieta de su silencio habitual.
¿Qué quieres? ¿Qué no haya diferencia entre los pobres y la gente decente?
Sus caminos estaban trazados desde el principio y no pudieron sino recorrerlos.
Tuvieron la delicadeza de callar sus advertencias.
Llevar solidaridad humana allá donde el amor divino parecía ausente.
Había elegido la dura misión de amar al prójimo más que a sí mismo.

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