sábado, 22 de mayo de 2010

Arthur Conan Doyle en El signo de los cuatro

Arthur Conan Doyle El signo de los cuatro

Si eliminamos lo imposible, lo que queda, por imposible que parezca, tiene que ser la verdad.
¡Qué pequeños, con nuestras insignificantes ambiciones y conflictos, en presencia de las grandes fuerzas elementales de la Naturaleza!
La principal prueba de la grandeza del hombre está en su capacidad de percibir su propia pequeñez.
Con esta clase de gente, lo más importante es no darles nunca a entender que la información que te dan tiene la menor importancia para ti. Si piensan que te interesa, se cierran al instante como una ostra. En cambio, si haces como que los escuchas porque no te queda otro remedio, lo más probable es que te digan todo lo que quieres saber.
Yo no les contaría demasiado. Nunca hay que fiarse del todo de las mujeres…, ni siquiera de las mejores.
Todos necesitamos ayuda de vez en cuando.
El mejor descanso es un cambio de ocupación.
Todos poseen una pequeña chispa inmortal oculta en su interior.
Si bien el individuo es un rompecabezas insoluble, cuando forma parte de una multitud se convierte en una certeza matemática.
El turbio e incierto crepúsculo se iba transformando en una noche clara y estrellada.
De nada sirve lamentarse. He pasado buenos y malos momentos en mi vida, pero he aprendido a no arrepentirme de nada.

1 comentario:

  1. hey, Yalour!
    Te leo, pero necesito que me cuentes tooooodo de vos. Detallaes, domésticos si es posible. Así que mandá mail. Un abrazote desde esta tarde con lluvia (extrañísima) en Las Grutas.

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