lunes, 16 de abril de 2012

ISABEL ALLENDE en La Ciudad de las Bestias

Uno de esos días en que más valía quedarse en cama porque todo salía mal.

Sintieron el clima sobre la piel como una toalla empapada en agua caliente.

No comprendían la necesidad de acumular bienes, si nada podían llevarse al otro mundo cuando morían.

Lo único que uno aprende es lo que uno averigua solo.

La experiencia es lo que se obtiene justo después que uno la necesita.

Podía trasladarse a ese lugar íntimo de quietud y silencio.

Mientras estuviera tenso, ansioso o apurado, la mitad de su fuerza se dispersaba.

Creían que la muerte rara vez se presenta por razones naturales, en general la causa es un enemigo que ha empleado magia para hacer daño.

Consideraba la muerte como algo más bien desagradable que les ocurría a los demás.

No había naufragado en la tempestad de sus propias alucinaciones.

La frontera entre la vida y la muerte era apenas una línea de humo que la menor brisa podía borrar.

La felicidad consiste en alcanzar aquello que hemos esperado por mucho tiempo.

Respira. Al inhalar te cargas de energía, al exhalar te desprendes de la tensión.

Tenía la sangre fría de un pez de mar profundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario