viernes, 4 de diciembre de 2009

Aldous Huxley en "Mi tío Spencer"

ALDOUS HUXLEY Mi tío Spencer 1973, PLAZA & JANES, S.A., Editores Barcelona ISBN: 84-01-44098-X

Alegre como la felicidad, y, como la felicidad, remota, precaria y mudable.
Nos encontramos con hombres de inteligencia indudable que mantienen ciertas opiniones acerca de asuntos determinados, las cuales les fueron inculcadas durante su niñez por niñeras o mozos de cuadra.
Seres queridos y admirados, cuyas palabras se imprimen irresistiblemente sobre nuestras mentes, logran generar en nosotros creencias que la razón no osa examinar.
La enfermedad crea su propio antibiótico.
Las pequeñas libertades a que estamos habituados, el derecho de hacer lo que siempre hemos hecho en asuntos baladíes, suelen ser más apreciadas que otras libertades más importantes, más abstractas y menos inmediatas.
Mi ateísmo aún era compatible con el alegre optimismo de mi tío Spencer acerca del Universo.
Surgieron en el océano sin límites de su ignorancia unas islillas de muy extraña sabiduría, diminutos puntitos en la vasta extención.
Fuera necio el culpar a un niño por no tener iguales normas de criterio que un varón sesudo.
Todos sentimos curiosidad excesiva acerca de los asuntos del vecino. Sobre todo, si se trata de asuntos amorosos.
Los deberes de los miembros de una misma familia para con los demás estaban por encima de cualesquiera desavenencias personales que pudieran sobrevenir.
Enojado por su poca cortesía al no insistir a pesar de mi negativa.
De haber yo sabido que iba a morir, me hubiese mostrado más cordial con ella y habría procurado que me fuera más simpática.
La guerra siempre es popular en sus comienzos.
Una emoción, siempre que no sea tan fuerte que nos impida darnos cuenta de todo lo demás, nos estimula a sentir otras cosas. Así, el peligro, cuando no es tan agudo que cause pánico, tiende a unirnos a aquellos con quienes compartimos el riesgo pues los sentimientos compasivos, de simpatía y hasta amorosos, resultan estimulados y avivados por la aprensión.
Tenía una cabeza organizada militarmente, incapaz de aceptar el revoltijo caótico que es la vida. "Dijo Voltaire que morimos dos veces: una, cuando muere el cuerpo entero, y otra, anterior a esta, cuando se extingue nuestra capacidad de amar". De una misma manera, son dos las veces que nacemos, y es la segunda cuando nos enamoramos por vez primera.
Lo malo era que con aquello no acababa la cosa: era menester empezar de nuevo. Una siempre tenía que empezar de nuevo.
Aunque de muy variante belleza, el despejado paisaje siempre conservaba cierto matiz de cosa humana y domesticada, que era lo que hacía que fuera el paisaje más agradable que pudiera hallarse para vivir en su compañía.
No quería nada de nosotros, nada cotizable, sino tan sólo un consejo, mercancía que él sabía que la gente regala con grandísimo placer y contentamiento.
Son muchos los niños que hacen cosas extraordinarias. Todos somos genios hasta que cumplimos los diez años.
Pensé en las inmensas diferencias que distinguen a los seres humanos. Clasificamos a los hombres de acuerdo con el color de los ojos, o de su pelo, y según la conformación de sus cráneos, pero ¿no sería más sensato dividirlos en especies intelectuales? Entonces los tipos mentales extremos quedarían separados por abismos aún mayores que los que se abren entre un pigmeo y un escandinavo.
Tal vez los únicos seres humanos dignos verdaderamente de ese nombre son los genios. Según eso, la raza humana desde sus más remotos principios, solamente ha producido unos cuantos miles de hombres. El resto, ¿qué somos? Animales susceptibles a la enseñanza. Sin la ayuda de los hombres auténticos no hubiésemos descubierto nada o muy poco. La inmensa mayoría de las ideas que ahora nos son conocidas de sobra, nunca hubieran nacido en mentes como las nuestras. Si plantamos en ellas la semilla, fructificará, pero nosotros somos incapaces de generar la semilla.
Es más fácil sentir ira que tristeza y es menos doloroso.. El pensar en la venganza es un consuelo.

2 comentarios:

  1. Me gusto mucho esta seleccion de Huxley. Sobre todo los ultimos parrafos. Marcos E. Yalour y Pupi Marciel.-

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  2. A mi también me gustó mucho lo que dice de los genios. Gracias por apoyar con un comentario.
    Abuelo Juan.

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