sábado, 13 de marzo de 2010

Albert Camus en El Huésped

Albert Camus en El Huésped

Le entró una ira repentina contra aquel hombre, contra todos los hombres y su asquerosa maldad, sus odios incansables, sus locuras sangrientas.
Durante mucho tiempo, se quedó echado en el diván mirando el cielo que se oscurecía poco a poco, escuchando el silencio.
Los hombres que comparten los mismos dormitorios, ya sean soldados o prisioneros, contraen un lazo extraño como si al quitarse las armaduras con la ropa, se hermanaran cada noche, por encima de sus diferencias, en la vieja comunidad del sueño y del cansancio.

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