lunes, 12 de enero de 2015

Dan Brown   EL SÍMBOLO PERDIDO
“El secreto es cómo morir”
Su aspecto era más que respetable para un hombre de cuarenta y tantos años. La única diferencia era el esfuerzo que debía invertir para mantenerlo así.
Las religiones prometen la salvación, las religiones creen en una teología precisa, y las religiones convierten a los no creyentes.
La muerte suele ser un asunto de todo o nada.
Únicamente la muerte responderá esas cuestiones.
Como es arriba es abajo.
Pareció quedarse con la mente en blanco como un televisor mal sintonizado.
El pensamiento humano puede literalmente transformar el mundo físico.
La clave de nuestro futuro se oculta en nuestro pasado.
En tiempos felices se usaba un lenguaje feliz, y en tiempos de tensión, lo contario. 
La aceptación generalizada de una idea no es ninguna prueba de su validez.
El saber es poder, y el saber adecuado permite al hombre llevar a cabo tareas milagrosas, casi divinas.
La persona adecuada, el momento equivocado.
Las herramientas poderosas pueden ser utilizadas para hacer el bien o el mal.
La piedra filosofal, una sustancia que, según los alquimistas, puede proporcionar la vida. Otros aseguran que es una referencia al Sancta Sanctórum, una cámara oculta en el interior del Gran Templo.
Invariablemente “occultum lapident” es fuente de poder e iluminación.
No conozco ningún modo de obligar a un hombre a creer lo que no quiere creer.
Jesús afirmó: “Nada hay oculto que no haya de descubrirse ni secreto que no haya de conocerse y salir a la luz.”
Desde los tiempos de Miguel Ángel, los escultores ocultaban las imperfecciones en sus obras introduciendo cera caliente en las grietas para después frotarla con polvo de piedra pómez. El método se consideraba tramposo y por tanto, las esculturas sin cera, literalmente sine cera, se tenían por una obra de arte sincera. La locución perduró y al día de hoy continuamos utilizando el adverbio “sinceramente” para expresar que algo carece de artificio.
El hombre al ser de carne es propenso a los pecados del orgullo desmedido, el odio, la impaciencia y la avaricia.
El cristianismo comprende el poder transformador del sacrificio. En la actualidad, para honrar el sacrificio efectuado por Jesús, sus seguidores ofrecen sus gestos de sacrificio personal: el ayuno, la vigilia de cuaresma, el diezmo…
“El reino de Dios está en tu interior”, dijo Jesucristo. “Conócete a ti mismo”, aconsejó Pitágoras.
“¿Acaso no sabéis que sois dioses?”, aseguró Hermes Trismegisto.
El único principio religioso que defendieron fue la libertad de culto.
Cuando oímos la verdad, la sentimos resonar en nuestro interior, la sentimos vibrar el unísono con nuestro saber inconsciente.
Posiblemente la verdad no se aprende, sino que se recuerda…, se rememora…, se reconoce… como aquello que ya llevamos dentro.
Nunca es fácil encontrar la verdad.

Todas las grandes verdades son simples.

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