martes, 18 de enero de 2011

Guillermo Martínez Acerca de Roderer

Guillermo Martínez Acerca de Roderer
Los acostumbrados a seducir, aun los más generosos, tienen este egoísmo de orgullo, el de no querer dejar a nadie fuera de su abrazo.
La inteligencia sin voluntad no puede ir muy lejos.
Llega un momento en que hasta lo que más te gustaba te empieza a cansar. Grande y sin embargo simple, simple y sin embargo grande.
Hay que acostumbrarse. Pero está bien que sea así. Es la misericordia de la vejez: que te canse la vida.
Huaquerías: Desentierro de vasijas (huacos) que acompañan a los muertos momificados.
Eso queda cada vez más lejos.
Había vencido quizás en los argumentos, esa victoria transitoria que suelen conceder las mujeres.
Esta es sin duda la maldición de la inteligencia, que aun cuando se propone ser modesta resulta ofensiva.
La facilidad excesiva, ya se sabe, acaba por aburrir.
Era una mujer bajita y descolorida, que había abandonado su cuerpo al paso de los años.
En su cara grave, transfigurada, asistía a los estragos del amor.
Alguien para quien ningún sentimiento existe. Un halo de frialdad lo rodeaba. Existe para él una pasión más fuerte que el amor, responde sin dudar. Un héroe enteramente cerebral.
El amor puede provocar mil caídas pero no la perdición. En todo abrazo, aun en el que pueda parecer más depravado, hay un vestigio religioso, un eco de la comunión.

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