Pablo E. Chacón Los Otros Una Arqueología de la Soledad 1ª ed. Bs. As. Edhasa. 2006 ISBN 950-9009-72-5
En un principio todos vivían en una familia, un clan o una tribu, y no se sabía qué era estar solo porque no había una idea de individuo, del yo, esa entidad autónoma separada del resto.
El primer viaje es el éxodo de la naturaleza a la cultura.
Estado: acreedor del monopolio de la violencia, desde entonces legítima. Esa horda política ya es un conjunto de individuos, obligados, por el terror o la sugestión, a la convivencia, al contrato social.
Cualquier adaptación siempre es dolorosa.
Según la OMS, las urgencias registradas por los servicios gratuitos de atención telefónica en los países industrializados se cuentan en unos 300.000 llamados anuales. La soledad es la causa principal de las consultas. En esos países vive sola el 35% de la población entre 25 y 40 años.
A esta altura, los ricos podrían pasarse toda la vida sin entrar jamás en contacto con el resto de la sociedad.
El 26% de los estadounidenses se califica de solitarios crónicos.
En una encuesta realizada entre 179 estudiantes secundarios que debían responder a la pregunta “si estuvieras abandonado en una isla desierta, ¿qué preferirías tener?, el 54% aseguró desear estar con un amigo, un conocido o alguien con quien conversar.
En el mundo hay 600 millones de ancianos, y en cincuenta años ya serán el doble: el 25% de la población mundial.
En la Argentina hay un 17% de hogares unipersonales; en 1960, ese porcentaje alcanzaba al 7%, que para 2010 se estima llegará al 22%.
“La vida, es siempre la muerte de alguien”, decía Antonin Artaud.
La ciudad contemporánea es un espacio hostil, ya no existe la protección que ofrecía el parentesco o la proximidad.
Las posibilidades de enfermar de los solitarios se multiplican por diez. Por la infelicidad interpersonal, la falta de amor y la soledad. “En mi profesión, psicóloga clínica, la situación generalmente tiene que ver con relaciones estresantes o con el estrés producido por no tener relación”.
La felicidad aumenta o disminuye de acuerdo al número y calidad de las relaciones sociales.
La felicidad es una consecuencia de la calidad de las relaciones sociales. La red familiar es responsable de que los sujetos se sientan más o menos a gusto con sus vidas.
La mitología de la igualdad de oportunidades sumada al culto de la satisfacción inmediata han hecho creer en la capacidad de cualquiera para alcanzar cualquier cosa de la forma más rápida.
Los estudiosos de la ciencia de la felicidad aseguran que un elemento clave para alcanzar ese estado es la relación con los otros.
Los hombres aislados socialmente tienen niveles más altos en sangre de ínter leucina 6, una molécula asociada a la inflamación y al riesgo cardíaco.
Los sujetos que meditan con regularidad, tienen mayor actividad en la corteza prefrontal izquierda, una región del cerebro asociada a las emociones positivas, al bienestar y a la capacidad para soportar el estrés.
El aislamiento social es un factor de riesgo tan importante como la obesidad, la vida sedentaria y quizá incluso fumar.
Epícteto: “la soledad maligna es el estado de una persona desamparada, que puede incluso padecerla cuando se encuentra en medio de una multitud… porque es bien sabido que el hombre solitario en desamparo espiritual se encuentra expuesto de tal manera al impacto de la soledad, que esta situación puede causarle mal y enfermedad”.
Ahora hay mucha gente sola, gente que no quiere estar sola, y que por diversas causas está sola.
El arte del guerrero es equilibrar el terror de ser hombre con el prodigio de ser hombre.
¿Es cierto finalmente que es mejor estar solo que mal acompañado?
La felicidad no es ganar mucho, sino ganar más que el vecino.
“La gran virtud de las aristocracias es que todos saben quienes son, y por consiguiente no se comparan con otros”.
“el vicio principal de toda sociedad igualitaria es la envidia”.
“Los santos son aquellos que aun estando vivos, han aceptado realmente la muerte”.
Esquilo: “¿No sabes, Prometeo, que para un temple enfermo los únicos médicos son las palabras? El día del nacimiento el viviente cambia de medio, del hábitat acuático al mundo aéreo y social. Los sentidos, que funcionaban en un mundo líquido, deberán funcionar en un mundo aéreo. Resultará imprescindible que se ponga en marcha un dispositivo que se llama familia.
El hombre es un animal de nacimiento prematuro.
El humano es de todos los animales el menos provisto de los instintos necesarios para sobrevivir y adaptarse al medio. Esto quiere decir que necesita de otros para sobrevivir. La naturaleza del hombre no se completa más que en la cultura.
Entiendan que el niño no está acabado. No nace acabado. El niño nace incompleto. A eso se debe que no camine ni hable.
Los niños, pensados en cuanto tales, con unas necesidades derivadas de su desamparo, y no como adultos pequeños a los que se podía explotar o abandonar.
La investigación indica que los niños criados en institutos son más destructivos y exigentes que los criados en familias nucleares.
El niño socializado puede divertirse con lo desconocido; el niño sin familia se angustia, y debe partir a la busca de un objeto que lo tranquilice. El único objeto estable es su propio cuerpo, y hacia ese objeto se orientarán sus actividades.
“Para permitir que se manifestara su genio era necesario que se atreviera a dejar de querer complacer”.
Las calles del centro están atestadas de tipos como él: tipos apurados. Antes de llegar a la esquina, se cae, se abre el maletín, vuelan unos papeles. Está muerto: infarto masivo.
¿Acaso estaba ciego y sordo, o bien se requiere la luz de una desgracia para que un hombre se revele tal como es?
La vida sin amor es un inacabable aburrimiento.
“Puedo sonar como un traidor al género, pero tener sexo con mujeres que no conozco se ha vuelto menos satisfactorio. Hace unos meses rechacé a una hermosa mujer, porque prefiero no arriesgar la amistad. Por simple sexo, no vale la pena”.
Se trataría de sustituir la autoestima por el autocontrol, la voluntad de complacencia por la disciplina.
El imperativo de la época es vivir su vida sin ilusiones, abiertos a la ocasión.
En Argentina, en 2005, más de la mitad de los nacimientos fueron extramatrimoniales.
Los actuales, en su gran mayoría, “son matrimonios que se contraen para alcanzar determinadas ventajas, y que se disuelven en caso de no alcanzarlas”.
En Alemania, donde hay 13,7 millones de hombres y mujeres que viven solos, dos arquitectas de Colonia inventaron un papel de revestimiento, especial para singles que no soportan del todo bien la soledad; en tamaño real, el empapelado reproduce la foto del partenaire; la ventaja con el de carne y hueso, según las inventoras, es que “no ensucia, no ronca, no habla, no pide y no controla”. Las arquitectas se inspiraron en un disco compacto donde pueden escucharse puertas que se abren, cajones que se cierran, platos que se caen, suspiros y estornudos que crean la ilusión de que hay alguien más en la casa.
Séneca escribe que “la vejez sólo es respetada si lucha por sí misma, mantiene sus derechos, evita la dependencia de los otros, y afirma su control hasta el último aliento”.
Pareciera que la actividad intelectual, física y la alimentación tienen relación con la longevidad (y contra la vulgarmente llamada chochera). Sin embargo, contra la vejez o más estrictamente contra la soledad durante la vejez, el factor de protección clave es de orden social: son los otros, la compañía de los otros, en todas sus variantes, ¡hasta en el matrimonio!
La empresa norteamericana Hallmark ofrece una variedad de tarjetas de cumpleaños para la población de más de 100 años, y espera vender unas 90.000 para finales de la década en curso. La nueva generación rechaza la noción estándar de los asilos a favor de permanecer en sus casas o formar pequeños grupos comunitarios o familias sustitutas.
La expresión de moda entre los gerontólogos europeos y estadounidenses es envejecer en el sitio
y significa que los ancianos deben seguir viviendo en sus hogares en vez de mudarse a instituciones estériles, crueles y costosas.
“Los jóvenes de hoy llevan una vida agitada para mantenerse en competencia”, comentan los viejos hindúes. “No tienen tiempo para los ancianos que estamos en casa. Tenemos que aprender a ser felices por nuestra cuenta”.
Paul Claudel anota en su Diario: “¡Ochenta Años! ¡Ni ojos, ni oídos, ni dientes, ni piernas, ni aliento! Y es asombroso al fin de cuentas cómo uno llega a prescindir de ellos”.
En un principio todos vivían en una familia, un clan o una tribu, y no se sabía qué era estar solo porque no había una idea de individuo, del yo, esa entidad autónoma separada del resto.
El primer viaje es el éxodo de la naturaleza a la cultura.
Estado: acreedor del monopolio de la violencia, desde entonces legítima. Esa horda política ya es un conjunto de individuos, obligados, por el terror o la sugestión, a la convivencia, al contrato social.
Cualquier adaptación siempre es dolorosa.
Según la OMS, las urgencias registradas por los servicios gratuitos de atención telefónica en los países industrializados se cuentan en unos 300.000 llamados anuales. La soledad es la causa principal de las consultas. En esos países vive sola el 35% de la población entre 25 y 40 años.
A esta altura, los ricos podrían pasarse toda la vida sin entrar jamás en contacto con el resto de la sociedad.
El 26% de los estadounidenses se califica de solitarios crónicos.
En una encuesta realizada entre 179 estudiantes secundarios que debían responder a la pregunta “si estuvieras abandonado en una isla desierta, ¿qué preferirías tener?, el 54% aseguró desear estar con un amigo, un conocido o alguien con quien conversar.
En el mundo hay 600 millones de ancianos, y en cincuenta años ya serán el doble: el 25% de la población mundial.
En la Argentina hay un 17% de hogares unipersonales; en 1960, ese porcentaje alcanzaba al 7%, que para 2010 se estima llegará al 22%.
“La vida, es siempre la muerte de alguien”, decía Antonin Artaud.
La ciudad contemporánea es un espacio hostil, ya no existe la protección que ofrecía el parentesco o la proximidad.
Las posibilidades de enfermar de los solitarios se multiplican por diez. Por la infelicidad interpersonal, la falta de amor y la soledad. “En mi profesión, psicóloga clínica, la situación generalmente tiene que ver con relaciones estresantes o con el estrés producido por no tener relación”.
La felicidad aumenta o disminuye de acuerdo al número y calidad de las relaciones sociales.
La felicidad es una consecuencia de la calidad de las relaciones sociales. La red familiar es responsable de que los sujetos se sientan más o menos a gusto con sus vidas.
La mitología de la igualdad de oportunidades sumada al culto de la satisfacción inmediata han hecho creer en la capacidad de cualquiera para alcanzar cualquier cosa de la forma más rápida.
Los estudiosos de la ciencia de la felicidad aseguran que un elemento clave para alcanzar ese estado es la relación con los otros.
Los hombres aislados socialmente tienen niveles más altos en sangre de ínter leucina 6, una molécula asociada a la inflamación y al riesgo cardíaco.
Los sujetos que meditan con regularidad, tienen mayor actividad en la corteza prefrontal izquierda, una región del cerebro asociada a las emociones positivas, al bienestar y a la capacidad para soportar el estrés.
El aislamiento social es un factor de riesgo tan importante como la obesidad, la vida sedentaria y quizá incluso fumar.
Epícteto: “la soledad maligna es el estado de una persona desamparada, que puede incluso padecerla cuando se encuentra en medio de una multitud… porque es bien sabido que el hombre solitario en desamparo espiritual se encuentra expuesto de tal manera al impacto de la soledad, que esta situación puede causarle mal y enfermedad”.
Ahora hay mucha gente sola, gente que no quiere estar sola, y que por diversas causas está sola.
El arte del guerrero es equilibrar el terror de ser hombre con el prodigio de ser hombre.
¿Es cierto finalmente que es mejor estar solo que mal acompañado?
La felicidad no es ganar mucho, sino ganar más que el vecino.
“La gran virtud de las aristocracias es que todos saben quienes son, y por consiguiente no se comparan con otros”.
“el vicio principal de toda sociedad igualitaria es la envidia”.
“Los santos son aquellos que aun estando vivos, han aceptado realmente la muerte”.
Esquilo: “¿No sabes, Prometeo, que para un temple enfermo los únicos médicos son las palabras? El día del nacimiento el viviente cambia de medio, del hábitat acuático al mundo aéreo y social. Los sentidos, que funcionaban en un mundo líquido, deberán funcionar en un mundo aéreo. Resultará imprescindible que se ponga en marcha un dispositivo que se llama familia.
El hombre es un animal de nacimiento prematuro.
El humano es de todos los animales el menos provisto de los instintos necesarios para sobrevivir y adaptarse al medio. Esto quiere decir que necesita de otros para sobrevivir. La naturaleza del hombre no se completa más que en la cultura.
Entiendan que el niño no está acabado. No nace acabado. El niño nace incompleto. A eso se debe que no camine ni hable.
Los niños, pensados en cuanto tales, con unas necesidades derivadas de su desamparo, y no como adultos pequeños a los que se podía explotar o abandonar.
La investigación indica que los niños criados en institutos son más destructivos y exigentes que los criados en familias nucleares.
El niño socializado puede divertirse con lo desconocido; el niño sin familia se angustia, y debe partir a la busca de un objeto que lo tranquilice. El único objeto estable es su propio cuerpo, y hacia ese objeto se orientarán sus actividades.
“Para permitir que se manifestara su genio era necesario que se atreviera a dejar de querer complacer”.
Las calles del centro están atestadas de tipos como él: tipos apurados. Antes de llegar a la esquina, se cae, se abre el maletín, vuelan unos papeles. Está muerto: infarto masivo.
¿Acaso estaba ciego y sordo, o bien se requiere la luz de una desgracia para que un hombre se revele tal como es?
La vida sin amor es un inacabable aburrimiento.
“Puedo sonar como un traidor al género, pero tener sexo con mujeres que no conozco se ha vuelto menos satisfactorio. Hace unos meses rechacé a una hermosa mujer, porque prefiero no arriesgar la amistad. Por simple sexo, no vale la pena”.
Se trataría de sustituir la autoestima por el autocontrol, la voluntad de complacencia por la disciplina.
El imperativo de la época es vivir su vida sin ilusiones, abiertos a la ocasión.
En Argentina, en 2005, más de la mitad de los nacimientos fueron extramatrimoniales.
Los actuales, en su gran mayoría, “son matrimonios que se contraen para alcanzar determinadas ventajas, y que se disuelven en caso de no alcanzarlas”.
En Alemania, donde hay 13,7 millones de hombres y mujeres que viven solos, dos arquitectas de Colonia inventaron un papel de revestimiento, especial para singles que no soportan del todo bien la soledad; en tamaño real, el empapelado reproduce la foto del partenaire; la ventaja con el de carne y hueso, según las inventoras, es que “no ensucia, no ronca, no habla, no pide y no controla”. Las arquitectas se inspiraron en un disco compacto donde pueden escucharse puertas que se abren, cajones que se cierran, platos que se caen, suspiros y estornudos que crean la ilusión de que hay alguien más en la casa.
Séneca escribe que “la vejez sólo es respetada si lucha por sí misma, mantiene sus derechos, evita la dependencia de los otros, y afirma su control hasta el último aliento”.
Pareciera que la actividad intelectual, física y la alimentación tienen relación con la longevidad (y contra la vulgarmente llamada chochera). Sin embargo, contra la vejez o más estrictamente contra la soledad durante la vejez, el factor de protección clave es de orden social: son los otros, la compañía de los otros, en todas sus variantes, ¡hasta en el matrimonio!
La empresa norteamericana Hallmark ofrece una variedad de tarjetas de cumpleaños para la población de más de 100 años, y espera vender unas 90.000 para finales de la década en curso. La nueva generación rechaza la noción estándar de los asilos a favor de permanecer en sus casas o formar pequeños grupos comunitarios o familias sustitutas.
La expresión de moda entre los gerontólogos europeos y estadounidenses es envejecer en el sitio
y significa que los ancianos deben seguir viviendo en sus hogares en vez de mudarse a instituciones estériles, crueles y costosas.
“Los jóvenes de hoy llevan una vida agitada para mantenerse en competencia”, comentan los viejos hindúes. “No tienen tiempo para los ancianos que estamos en casa. Tenemos que aprender a ser felices por nuestra cuenta”.
Paul Claudel anota en su Diario: “¡Ochenta Años! ¡Ni ojos, ni oídos, ni dientes, ni piernas, ni aliento! Y es asombroso al fin de cuentas cómo uno llega a prescindir de ellos”.
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